Geographic Society - Grandes Enigmas De La Humanidad 02
RESEÑA:
Cuando fui a la Luna a bordo del Apolo 14, en enero de 1971, tuve una experiencia que cambió mi comprensión del cosmos. Durante el viaje de regreso, mientras observaba la Tierra en un momento de descanso, tuve una epifanía, una visión espiritual. La conexión de todas las cosas en el universo se me volvió evidente, más allá de la percepción visual y por fuera del punto de vista del mundo científico. En la revelación, estaba implícita la idea de que el universo es más que sólo materia inerte. Hay formas de vida más allá de la Tierra, algunas quizá más evolucionadas que nosotros. Cuando me jubilé de la Marina en 1972, fundé el Instituto de Ciencias Noéticas (IONS) para estudiar la conciencia humana y sus modos de conocimiento. Olvidé la idea de la vida extraterrestre, pero ella despertó nuevamente durante un viaje de regreso a casa.
Cuando era niño, mi familia vivía en Roswell, Nuevo México, el sitio donde en julio de 1947 tuvo lugar el Incidente Roswell. Este suceso involucraba el supuesto choque de un OVNI, posiblemente dos, y la retirada de la nave y sus ocupantes por parte de militares estadounidenses. El personal militar fue el primero en hacer públicos los hechos, pero un día después negaron que el evento hubiera sucedido. Atribuyeron el accidente a un globo meteorológico. Yo había oído rumores en el pueblo sobre el choque de un OVNI, y que faltaba evidencia sólida para hacerlo público.
Pocos años después de mi vuelo espacial en la Apolo, regresé a Roswell y visité a muchos amigos, incluidos los veteranos que habían estado involucrados en los eventos de Roswell en 1947. Uno de ellos había trabajado en el Departamento del sheriff y había ido al sitio del choque para supervisar el tránsito vehicular. Otro había sido oficial en la base de la Fuerza Aérea en Roswell, donde se habían llevado los desechos del OVNI y los cadáveres. Éstas y más personas habían sido silenciadas por las autoridades militares. Muchos años después, ellos estaban listos para romper el silencio. No querían irse a la tumba llevándose esa historia secreta sin revelar, pero querían contárselo a alguien digno de confianza.
Como yo era un chico de la localidad que se había convertido en astronauta y logrado notoriedad como piloto del módulo lunar Apolo 14, ellos me consideraron lo suficientemente confiable. Me confesaron sus historias personales sobre el Incidente Roswell. Uno de ellos era Jesse Marcel Jr., hijo del mayor Jesse Marcel, el primer oficial militar en llegar al sitio del incidente. Él había llevado a casa algunas piezas de la nave estrellada y se las había mostrado a su familia, incluido el joven Jesse (quien ha escrito un libro sobre eso). Otro informante fue un miembro de la familia del empresario de sepelios que facilitó los ataúdes para las víctimas del choque.
Me intrigué al principio, y luego quise saber con avidez sobre la posibilidad de que la Tierra hubiera sido visitada. Hoy estoy convencido, basándome en mi razonamiento e investigación, de que no estamos solos en el universo.
Aunque la hipótesis sea más conjetural que conclusiva, decenas de miles de avistamientos, visuales o de radar, por parte de civiles y militares alrededor del mundo confirman que algo desconocido se cierne sobre nuestros cielos. Muchos testigos son pilotos comerciales o militares entrenados. El material fotográfico y el metraje de vídeo continúan acumulándose. Para ser más preciso: he tenido confirmación adicional de varios funcionarios de gobierno de alto rango de que los OVNIs son reales y de que los extraterrestres han establecido contacto con la Tierra. No tengo la libertad de hacer públicos los nombres de los informantes, que son de naciones europeas, entre ellas el Reino Unido.
Personalmente, no he tenido experiencias con OVNIs mientras crecía en Roswell, ni siendo piloto ni tampoco como astronauta en el espacio. No obstante, estoy convencido de que estamos siendo visitados por extraterrestres.
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